Musa masoquista

Al vuelo 11:51 p.m.
Esto de creerse poeta es un mal mortal. 
Solo cuando duele el alma se puede escribir bien. 
Creo que me tocó una musa masoquista.

La noche que murió mi papa

Como yo lo recuerdo 3:43 p.m.
Estaba por cumplir siete años. Era una noche cualquiera, me enviaron a dormir temprano. En la madrugada me despertaron mis hermanas, me vistieron y me dijeron que tenian que salir y que me cuidarían en otra casa. No sabía porque ni me parecía muy importante. Disimulaban la tristeza y yo entendía que era mejor obedecer sin preguntar nada. Se sucedían las llamadas teléfonicas y uno de los amigos de mi papa, uno de los que cargaron con el peso de llevar la noticia, nos llevo donde los suegros de mi hermano. Allí llegaría también mi sobrina, la mayor. Supongo que volví a dormir, porque no recuerdo nada más, solo que el día siguiente fue normal para un niño de mi edad pero en una casa extraña, una casa muy vieja. Hasta que la persona indiscreta que nunca falta se lo dijo a mi sobrina primero. Y Daniela me lo dijo a mi, buscando con sus grandes ojos que yo lo desmintiera y asi lo hice. Sin embargo comprendí el motivo de porque estaba alli durante todo el día desde la noche anterior y los juegos se acabaron. Mientras la tristeza se hacia mas fuerte, mas estoico permanecía yo. Pero la vida ya había cambiado y lo sabía. Y todo lo que pensaba era cuando me llevo a mi solo, como su orgulloso copiloto en su flamante Ford Galaxy rojo con interiores blancos, como dos aventureros a comer helado y saludar a sus amigos. Y también cuando, por un motivo que siempre me pareció estúpido, me puso un par de nalgadas, seguramente para liberar alguna frustración que lo molestaba. Pero recordaba esos acontecimientos sin evaluarlos, sin resentimientos. Solo que no me los podía quitar de la cabeza. No me llevaron al funeral. Cuando me regresaron a casa, sentí que era muy fría, pero lo disimule asi como la tristeza y el llanto cuando por fin una de mis hermanas me dió la noticia que yo ya sabía. Muchos años después, me enteré de dos cosas, la primera fue que durante algún tiempo varias ocasiones me encontraron llorando a escondidas. Sinceramente no lo recuerdo. La segunda es que la noche que murió mi papa, uno de sus amigos lo vió parado frente a la Catedral, después de salir de su clínica que estaba a 20 pasos. No lo saludó porque estaba muy concentrado mirando hacia arriba, durante mucho tiempo. Quiero suponer que estaba llegando a algún acuerdo.
Con tecnología de Blogger.