Por estar enamorado
6:01 p.m.Por ese afán inútil de encontrarnos nos fuimos perdiendo cada día. En las obligaciones cotidianas. En el silencio frente al televisor. Nadamos con la corriente y el tedio nos ahogó, sin darnos cuenta, sin dejarnos fuerza para tomar un respiro y ver lo que sucedía alrededor. Los sueños se quedaban escritos en papel, los cubría el polvo, perdían sentido. Nos convertimos en aquello que criticamos cuando nos creímos jóvenes y con la posibilidad de darle una buena mordida al mundo. La realidad fue instalándose de a poco, en la cocina primero, después en la alcoba. Y ya no éramos dos desconocidos, nos hacían falta secretos. Y nuestro pecado mayor fue dar todo por hecho.
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